Memorias de un Puma

Cada vez más aislados.

Cada vez más aislados.

Memorias de un Puma, por el Dr. Alejandro "Chirola" Scolni, Puma N° 385.

Dr. Alejandro Scolni

El Dr. Alejandro Scolni nació el 14 de Abril de 1962, es abogado e inversor. A partir de Junio nos traerá sus "Memorias de un Puma" en una columna mensual.

"Chirola" debutó en Los Pumas, en el Sudamericano de 1983, frente a Chile en el CASI. Derrotó a Australia 1987, Francia 1988, e Inglaterra 1990. Se destacó como fullback, aunque también jugó de wing derecho e izquierdo contra Francia , Australia y Escocia en su despedida, el 10 de Noviembre de 1990, en Murrayfield. Representó al Seleccionado de Buenos Aires en partidos internacionales y campeonatos argentinos. Integró la selección de los Pumas Seven ‘s, en Hong Kong, y Sydney Australia en dos oportunidades. Jugó doce años en primera división. Cinco en Belgrano Athletic y siete en Alumni, en donde fue multicampeon durante cuatro años consecutivos. Representó a Los Pumas Classics hasta 2003 y en 2018 jugó su último partido frente a los presos en la cárcel de la Ciudad de Campana, como apoyo al proyecto de reinserción solidaria de los reclusos.

La derrota de Jaguares XV frente el equipo Selkman de Chile y posteriormente vs. Peñarol de Uruguay, pusieron de manifiesto el retroceso de nuestro rugby.

Se entiende que cualquier seleccionado nacional debe vencer a todo equipo latino sin excepción. Estadísticamente superiores desde que competíamos en los sudamericanos, bajo la denominación” Seleccionado Argentino, previo al nacimiento de Los Pumas, en la emblemática gira a Sudáfrica de 1965. 

No sólo perdimos, sino fuimos vulnerados y atropellados físicamente en especial frente al equipo chileno. En la primera edición del año anterior, ya vislumbramos un torneo jugado de mayor a menor, cuyo ajustado resultado final, significó un anticipo nada auspicioso, confirmando éste tibio arranque. 

Aquella tendencia triunfalista está cambiando, a la vez que nuestro rugby se va divorciando entre aquellos que juegan y se pulen en el exterior, y los que no. Brecha que se agiganta y atenta contra el semillero local, empobreciendo la formación de nuevos jugadores. Para generar buen nivel de juego se requiere de talentos de elite que marquen el ordenamiento, el ritmo y el estilo. 


Lamentablemente los clubes no pueden seguir trasmitiendo los conocimientos necesarios para crecer. 

Los padres con mucho esfuerzo, cariño y compromiso asumen el rol de tutores más que entrenadores. No tienen la capacidad técnica para enseñar con vistas a una formación integral. 

Lo mismo ocurre en los planteles superiores, dirigidos por ex jugadores, sin experiencia en el mundo profesional, donde se requiere de una actualización permanente, desde las mismas prácticas, con el objetivo puesto en generar jugadores de excelencia.


Todavía estamos viviendo los efectos del mundial 2007, cuyos componentes de bronce dirigen en sus clubes y en nuestros seleccionados. 

A pesar de ello, tuvimos que recurrir a un entrenador extranjero por segunda vez en la historia con vistas a otro desafío mundialista. Alex Wyllie fue la piedra fundacional, que nos ungió de un carácter ganador para clasificar por primera vez a los cuartos de final en 1999, donde todos quedamos sorprendidos. Recuerdo que hicimos mención a un cambio de mentalidad basado en la conducta. 

Allí comenzó la era de la contratación de jugadores argentinos, exacerbándose con el tercer puesto conseguido de la mano de Loffreda y Baetti. El subcampeonato de Jaguares consolidó la migración masiva de nuestros mejores representantes. 

Me atrevo a decir basado en hechos y no en opiniones, qué el nivel de nuestro rugby doméstico irá influenciando negativamente en el seleccionado mayor. 

De hecho, ya lo estamos presenciando, y resulta lógico que así sea, sino optimizamos la cantera de talentos que  nutre al seleccionado. 


Obviamente nuestro sistema amateur no puede seguir el desarrollo de un jugador profesional. 

En mi época de jugador internacional definía esta situación con una simple frase: “Nosotros entrenamos de noche y jugamos de día. “.

La diferencia ya existía, frente a los primeros profesionales encubiertos, antes y mayormente luego del primer mundial en 1987.  De fullback embolsaba entrenando entre las sombras de la tenue luz de los viejos reflectores del Parque Sarmiento, para jugar los sábados con sol radiante. Era una gran ventaja, además de practicar solamente dos veces a la semana, tener que trabajar y estudiar. 

Así, igualmente, llegamos a ganarle a Francia, Australia e Inglaterra con nuestro seleccionado puramente amateur. 

Cuando presenciábamos los clásicos entre CASI vs SIC, época del 70 y 80, apreciábamos esas inolvidables batallas, con varios Pumas por lado, qué despertaban emociones en cada rincón del país. Todos intentando mejorar y trasmitir en sus clubes la dinámica y el tesón de nuestros máximos representantes. Se aprende “copiando a los ídolos", decía Roberto Perfumo  

Viendo Alumni Vs San Luis, en la primera fecha del torneo TOP 13 del 2022, observé tres knock-on seguidos que me dejaron sorprendido plenamente, confirmando este presente y el difícil camino por el que atravesamos. El pobre marco general, compuesto principalmente por jugadores de inferiores, y las tres divisiones que jugaron ese mismo día. 

Así sucede en cada club, donde lamentablemente la involución del juego, el perfil físico insuficiente en tamaño y velocidad, evidencian la falta de destrezas básicas, que aleja al espectador que solíamos ver en triple fila y hasta colgado de los árboles, en las décadas pasadas. 


El profesionalismo está atacando fuertemente al sistema amateur de nuestros clubes.  Obviamente los valores de amistad y compromiso siguen inalterables, conformando la esencia por la cual los padres siguen acercando a sus hijos al juego. 

Existe además una grieta entre la UAR y los clubes donde cada parte apunta a un desarrollo diferente, con objetivos e ideas que no confluyen ni comulgan entre sí. El profesionalismo vs. el amateurismo. Clubes que no pueden subsistir y una Unión Argentina, que está por inyectar varios millones de dólares en la adquisición de un predio, para cubrir las necesidades propias de los seleccionados, compuestos justamente por jugadores proveídos por los mismos clubes. Algo está mal, o al menos no está del todo bien.   


Aquel equipo de Banco Nación campeón 1986/1989 fue tan brillante que además de ganarle a Inglaterra de la mano del gran Hugo Porta, marcó la última gran etapa de nuestro rugby interno. De allí en más comenzó una lenta debacle que hoy vemos claramente en cada jornada. Imaginen hoy a Banco Nación enfrentando a Inglaterra, al SIC a Australia, o al CASI a los All Blacks, como ya contó la historia en forma satisfactoria. Sería una verdadera utopía, realmente imposible en estos tiempos. 

Nuestro pobre sistema terminó de alejarnos de un rugby como el francés o el inglés, que pueden retener a sus mejores figuras y contratar jugadores de categoría. Situación atada a la realidad de un país en decadencia, que tampoco puede sostener a los mejores futbolistas, que conforman la élite del mundo. La enorme corrupción y falta de transparencia, se replica en cualquier organismo sin importar la actividad.  

La materia prima argentina es intachable e inmejorable, pero sin una estructura sólida, ni divisas suficientes resultará imposible avanzar.

Nuestro Pumas hacen un enorme esfuerzo para poder competir, estando lejos, solos y desamparados aún de su propia unión. 




Fotógrafo: Archivo RCH

Fuente: Dr. Alejandro

Galería de Imagenes