En un duelo que se disputó como una final anticipada en Saint Denis, Irlanda le ganó 13 a 8 a Sudáfrica en una verdadera batalla entre candidatos. Los dos demostraron que juegan a otra cosa, desde la dureza en el contacto, la intensidad defensiva, como en la toma de decisiones. El Stade de France vibró al compás de dos equipos que ratificaron su candidatura para ser campeones del mundo.
La cancha era un hervidero. Los 45.000 irlandeses alentaban como una olla a presión en el Stade de France. Parecía que el partido se jugaba en Dublin, no en París.
Desde el inicio los hinchas irlandeses jugaron su partido, metieron una presión tremenda en cada jugada, como la que Irlanda quiso imponerle a Sudáfrica. En el primer penal a favor que tuvieron, decidieron ir al line, quisieron jugarle el partido de entrada, aunque la jugada no prosperó. De la réplica el que sí sumó fue Sudáfrica, que se posicionó en campo irlandés y casi hace un try. Libbok, de penal, abrió el marcador (3-0).
En el line y el scrum se plantó bien Sudáfrica. Como el campeón del mundo que es, robó los dos primeros y no se dejó amedrentar en las primeras formaciones. El duelo en el contacto en ese tramo fue sudafricano: tres lines desperdiciados en 11 minutos eran mucho para un candidato. Pero siguieron intentando y por poco no consiguió el try Hugo Keenan.
La pelea por la obtención en los rucks sacaba chispas, así se jugaba la batalla de este partido. Sudáfrica era clínico, terrible para meter la daga en el momento preciso. Pescaron tres pelotas claves, ensuciaron el line y cada vez que pudieron metieron la contra para complicar. De Allende fijo marcas y se llevó varios a la rastra, ahí lo tuvo Sudáfrica pero se le escapó.
Sobre los 31m Hansen hizo el primer try de partido. El verde tuvo su recompensa, movió la pelota por todo el ancho de la cancha y convirtió. Jonny Sexton convirtió sobre la derecha para poner el 7-3. Era justo, Irlanda fue el mejor de los dos. Partidazo en el primer tiempo de los forwards irlandeses y de Bundee Aki, el centro fue su jugador más desequilibrante.
Un segundo tiempo con la misma intensidad
Era una pelea mano a mano. Se pegaban y volvían a golpear. Y nadie escondía la cara. Irlanda se le había plantado al Campeón del Mundo y lo hacía tambalear. Salvo el line que estuvo flojo en algunas acciones claves Irlanda fue el que propuso el partido. Y como venía complicada la cosa, Faf de Klerck pidió palos cinco metros detrás de mitad de cancha, la pelota pegó en el palo y del rebote Irlanda recuperó la posesión.
Jack Nienaber metió mano en el pack y los Springboks se revitalizaron con un empuje letal en el scrum. De esa formación jugaron un penal a favor y la apertura a Cheslin Kolbe puso a os Springboks arriba (8-7).
La batalla entre los forwards era impresionante, con pequeños triunfos de un lado y del otro según la ocasión. Irlanda ganó un penal en el scrum y Sexton convirtió para volver a tener la ventaja (10-8).
El duelo era punto a punto. Esta vez fueron los Springboks los que generaron la infracción en el scrum, pero Mannie Libbok volvió a errar. Los de Andy Farrell seguían dos puntos arriba y quedaban 16 minutos, estaba para cualquiera, tras cartón otro penal de media cancha se fue afuera: el ejecutor Faf de Klerck.
Sin embargo los Springboks llegaron mejor a los minutos finales. Irlanda empezó a caer en la trampa y cometió errores. Sudáfrica empezó a jugársela desde todos lados. El partido había cambiado de dueño, el resultado todavía no.
Faltando cinco minutos el scrum irlandés fabricó un penal decisivo. Jack Crowley, quien había ingresado por Sexton sumó casi debajo de los palos (13-8). Sin embargo la última iba a ser de Sudáfrica, penal y a buscar entrar con el line y el maul. La defensa irlandesa defendió esa pelota como la última y la ganó. Se gritó como un try, ganó Irlanda, ganó el rugby.
Fotógrafo: Hernando De Cillia
Fuente: Hernando De Cillia, desde París